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Jorge Javier Vázquez: «Yo ya viví la juerga. No la echo nada de menos»

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A Jorge Javier Vázquez le aterra aburrirse. Uno lo puede intuir si se fija un poco en la trayectoria del que es el presentador estrella de Telecinco desde hace casi dos décadas (actualmente cuenta con varios programas al tiempo en la parrilla y ha estado recorriendo el país con su última obra teatral).

El de Badalona es un tipo locuaz y educado. Tras sufrir un ictus y pasar una temporada sintiéndose odiado y deprimido, afirma que ama su trabajo y que se encuentra en su mejor momento. Pocas veces evita meterse en charcos. Tampoco es de los que rehúyen la autocrítica. De hecho, reconoce sin titubeos que su frenético ritmo de trabajo le ha impedido a menudo pararse a pensar si alguno de los espacios televisivos en que participaba hacía daño a alguien.

«‘Aquí hay tomate’ pasó de ser un programa de humor envuelto en cotilleo a ser justiciero, acusador y amargo», contó al respecto. «Era una máquina de triturar. Para mí era puro entretenimiento. No le daba más vueltas. En televisión, si tienes audiencia, es tu coartada». Estos días, Vázquez intenta mostrar sus dotes interpretativas sobre las tablas del teatro Reina Victoria de Madrid, donde anda representando Desmontando a Séneca, una entretenida comedia dirigida por Juan Carlos Rubio en la que reflexiona sobre sus errores y la consciencia de finitud.

Foto: Antonio Gutiérrez / Europa Press

P: En su obra da rienda suelta a su vena filosófica. ¿Ahorra mucho en psicólogos haciéndola?

R: No, no, ¡qué va! Sigo yendo cada semana. No, pero me ayuda a enfrentarme a cosas que me preocupan, como el paso del tiempo y si estamos aprovechando o no la vida. Eso sí.

Séneca decía que a vivir hay que estar aprendiendo toda la vida. ¿Se sigue autoflagelando mucho?

Ya no. Esa es una de las frases que más me gustan de toda la función. Antes, yo era muy de flagelarme y castigarme, pero ahora no. Ahora soy de asumir mis errores, aceptarlos, saber por qué se producen y procurar que no se vuelvan a repetir.

¿Cuánto tiempo le ha llevado aprender a reírse de sí mismo?

Yo creo que me ha ayudado mucho este trabajo. Conforme vas aprendiendo, vas perdiendo timidez y vas aceptando cada vez más cuáles son tus límites. Creo que, al principio, estás muy inseguro y cualquier broma te puede provocar más inseguridad aún. Pero llega un momento en que ya sabes quién eres y hasta dónde llegas, y es muy sano reírse de uno mismo.

¿Entiende a esos actores que le pusieron a parir tras su incursión en el mundo de la interpretación?

La verdad es que no, porque yo nunca pongo a parir a un actor cuando viene a presentar un programa de televisión.

¿Qué cree que habría opinado su padre de esta nueva faceta suya?

Pues creo que se hubiese quedado totalmente flipado, porque él no era mucho de ir al teatro. Hubo una época, cuando yo estaba estudiando en Barcelona, en la que me llevaba a mis padres al teatro, y allí vimos, creo, a José Luis López Vázquez, Irene Gutiérrez Caba y a un montón de gente. Pero los llevaba yo, porque ellos no eran muy teatreros.

Imagen promocional de ‘Desmontando a Séneca’.

Comenta que ya de pequeño le llamaban en casa ‘el pequeño dictador’. ¿Lleva con orgullo el apodo? 

Bueno… Me hace muchísima gracia que lo utilicen para denigrarme. La verdad es que sí. Son cosas que ya forman parte de un personaje y de una leyenda, y uno ya poco puede hacer contra eso. 

¿Empezó a hacer teatro para verles menos el pelo a sus compañeros de Sálvame?

¡Que va, que va! Fue porque siempre quise hacerlo pero nunca tuve el valor. Apareció en mi vida Juan Carlos Rubio, que es el autor y director de las tres obras que he hecho, y me dio confianza. Recuerdo que, con los ensayos de la primera función, somaticé los nervios de tal manera que tuve que estar una tarde en urgencias porque tenía unos picores en el cuerpo que no se me iban.

¿Se considera usted el mejor presentador de la televisión patria?

Pues hombre, no, pero entre los mejores sí. Es que… sí, sí. En lo mío, soy muy bueno.

Últimamente luce tipazo, pero dice que liga menos que nunca. ¿Qué está haciendo mal?

¡Ay, qué bonita pregunta! ¡Qué piropo! Pues es que creo que estoy saliendo poco. Creo que estoy utilizando ya poco las aplicaciones, que es donde la gente más liga. Ya no las utilizo. Para ligar tienes que echarle tiempo, y yo tengo poco.

¿Le pide consejos de seducción a su ex [con quien rompió en 2017 tras diez años de relación]?

No, no. En ese terreno todavía no hemos entrado [risas].

Foto: Antonio Guitierrez / Europa Press

¿Cambiaría el ser rico y famoso por poder salir de juerga sin ser reconocido?

Es que yo creo que esta vida también me da muchísima felicidad, y que me lo ha dado todo. Realmente, lo de salir de juerga sin que me reconozcan puedo hacerlo fuera de España. De todas maneras, también te digo que yo ya viví la juerga. No la echo nada de menos. 

¿Tampoco canjearía su Ondas por un Premio Max?

No, porque no tengo ningún interés en recibir ningún premio, sinceramente. Cada vez que me han dado uno se ha liado. No le doy ninguna importancia a los premios. Me parecen como un fuego artificial, son como parte de las profesiones, pero yo nunca he suspirado por ningún premio.

¿Por qué cree que muchos sienten tanta animadversión hacia los programas conocidos como ‘telebasura’ (tan denostados como seguidos por la audiencia)?

Por muchas cosas: por los prejuicios, por el aburrimiento vital de mucha gente, por el poco sentido del humor, por estar anclados a algo que en teoría tiene que ser inmutable…

¿Dónde le gustaría perderse el día que se cierre la persiana?

Creo que no en un lugar determinado. Me gustaría ir viajando según la época del año, pero siempre detrás del sol. Ahora estoy viendo fotografías de Río de Janeiro y me pregunto qué hago aquí y no allí.


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